Que nos dice el caso Steimberg García de la historia de la lucha por los derechos humanos?


Así como algunos pretenden que el movimiento obrero nació en el 45, otros insinúan que el de derechos humanos nació en el 76 y que los juicios comenzaron en el 2003. Es que la historia no deja de ser contada del modo que importa a los que ganan, y como se sabe, eso solo quiere decir que hay otra historia.

 

Lo primero que surge al pensar el caso del secuestro de los soldados conscriptos Luis Steimberg y Luis García es que fueron desaparecidos por su condición política, por militar en la Federación Juvenil Comunista; y tanto es así que el 13 de agosto de 1976 el General Bignone otorgó licencia hasta la baja a tres conscriptos detenidos y torturados por error ya que los buscados eran Steimberg, García y Mario Vicente Molfino.  Steimberg y García habían sido secuestrados horas antes de la “disculpa” del General Bignone y Molfino desaparecería el 21 de febrero del 77.

 

Lo segundo que surge al examinar los 28 cuerpos que hoy tiene la causa es que la familia, Sara y Jaime, el Partido y la Juventud Comunista y la Liga Argentina por los Derechos del Hombre actuaron desde el mismo momento de su secuestro con decisión temeraria e iniciativa creadora.  Por aquellos días por las calles de Morón aparecieron pegados en las paredes carteles de papel escritos a mano pidiendo la aparición con vida de los Luises.  Se actuó desde el mismo agosto de 1976 y para finales de la dictadura la causa había avanzado tanto que en 1984 el General Bignone fue convocado a declarar y detenido por la desaparición de los Luises. El juez interviniente de tan digna gestión judicial se llamaba Carlos Olivari y el General Bignone estuvo en prisión hasta que la claudicación alfonsinista clausuró los juicios con las leyes de Punto Final y Obediencia Debida en 1987. Repito, el último dictador, el General Bignone fue preso por la acción combinada de los familiares de Steimberg y García, el Partido Comunista y la Liga Argentina por los Derechos del Hombre. El abogado que actuó en la causa se llama Horacio Rebón. La misma suerte corrió el Vice Almirante Chamorro, ex jefe de la Esma por la desaparición de Inés Ollero, también militante de la Fede; a lo mejor por esa razón –por su identidad comunista- es que no hay películas ni documentales que cuenten la lucha por encarcelar a Bignone y Chamorro veinte años antes del supuesto comienzo de los juicios y de la lucha por la impunidad. Pero si vamos a luchar por la Verdad, la Memoria y la Justicia; que sea toda la verdad, toda la memoria y justicia para todos.

 

Lo tercero que surge, y esto se lo debemos a un militar extraordinario (en el sentido literal del término), el marino José Luis D´Andrea Mohr es que la desaparición de soldados conscriptos en las tres armas constituyó una más de las prácticas sistemáticas que constituyeron el plan de exterminio llevado adelante por el Estado Argentino.  Para finales de la dictadura D ´Andrea Mohr había registrado 129 compañeros detenidos desaparecidos.  Tras el llamado a prestar declaración a los soldados conscriptos de aquellos años, y gracias a la generosa contribución de cientos de ellos, se sabe que el número de componentes del “batallón perdido” supera los doscientos y la lista sigue creciendo. También se sabe con todo rigor el procedimiento seguido por los grupos de tareas: a) labor de inteligencia para detectar los “subversivos” “infiltrados” en las FF.AA.; b) detención sin orden judicial seguida de tormentos, torturas, privación ilegal de la libertad seguida de ejecución extrajudicial que era oculta por el procedimiento de arrojar el cuerpo al mar; y c) toda la operación se enmascaraba con un acta de denuncia de la deserción del soldado conscripto con lo cual no solo se ocultaba la verdad sino que se falseaba la realidad para injuriar a la víctima.  Se necesitaron más de treinta años para que se modificarán los expedientes militares por decisión de la Ministro Nilda Garré quien ordenó cambiar la rotulación de desertor por la de detenido desaparecido.  En 2010 se colocó una placa recordatoria en el Colegio Militar en memoria de los compañeros Steimberg y García; pero el juicio oral que debió realizarse en 1984, en la causa en que fue detenido el último dictador militar Bignone, sigue esperando turno en la larga lista de causas judiciales frenadas una y otra vez por la oscura trama de quienes sostienen la impunidad de los secuestradores de los compañeros que hacían el servicio militar obligatorio

 

 

para incitar a la lectura de un libro imprescindible, reproduzco la ficha que José Luis D¨ Andrea Mohr confeccionó sobre Luis Steimberg para “El escuadrón perdido”

 

 

 

 

 

 

 

Steimberg, Luis Pablo

El Escuadrón Perdido, por José Luis D’Andrea Mohr.

Nació: 2 de febrero de 1954
Desapareció: 10 de agosto de 1976
Unidad: Colegio militar de la Nación
Director: General Reynaldo Benito BIGNONE
Jefe de Agrupación Tropas: Teniente coronel Rodolfo G. RIOS
Jefe de Compañía: Teniente primero Alberto Federico TORRES
Actuante: Suboficial principal Guillermo Roque GOMEZ
Juez militar 21: Coronel Alberto MARTINEZ
Secretario: Suboficial principal Sergio Roal GIMENEZ
Comandante de Zona de secuestro: General Carlos G. SUAREZ MASON
Comandante Subzona de secuestro: Brigadier Rodolfo FAJARDO
Comandante de Zona CCD: General Santiago Omar RIVEROS

Entrevista de Jaime Steimberg con el sargento Ibáñez

Luis Pablo STEIMBERG fue incorporado en marzo de 1976 como soldado conscripto del Colegio Militar de la Nación. Lo destinaron a la Agrupación Tropas, Compañía Comando, cuyo jefe, teniente primero Alberto Federico TORRES, le firmó una orden de salida permanente para tener franco todos los días desde las seis de la tarde hasta diana del día siguiente, por «razones de estudio».

Los meses transcurrieron normalmente hasta que, el 10 de agosto de 1976, salió de su casa en Morón a las ocho y media de la noche para encontrarse con otro conscripto del Colegio Militar, Mario V. MOLFINO, en el bar La Paz, de Corrientes y Montevideo. Según testigos -uno de ellos recogió de la calle los documentos de Luis y los entregó al padre-, el conscripto vestido de civil fue introducido a la fuerza en un automóvil por un grupo de personas armadas que aguardaban desde mucho antes en la esquina de la casa de la familia STEIMBERG.

El padre de Luis hizo de inmediato la denuncia en la Comisaría de Morón y dio aviso del episodio en el Colegio Militar. Sin embargo, dos días después del secuestro se presentó en su casa una comisión policial numerosa y fuertemente armada bajo las órdenes del mismo oficial que recibiera la denuncia del señor STEIMBERG: buscaban al «desertor». El padre recurrió telefónicamente al general BIGNONE, quien ordenó al policía suspender el operativo.

Desde entonces los padres de Luis hicieron lo imposible por encontrar respuesta a lo ocurrido, pero todo fue infructuoso. El testimonio judicial posterior de un soldado del Colegio Militar -coincidente con otros tres- aportó datos esclarecedores de la suerte corrida por Luis Pablo. El soldado declaró que fue detenido dentro de ese instituto y, vendado y esposado, fue llevado al centro clandestino de detención «El Campito», en Campo de Mayo. Lo torturaron con golpes y aplicaciones de picana eléctrica en los genitales y las orejas. Su interrogador quería saber de su amistad con STEIMBERG y exigía detalles de una conversación política mantenida por los dos soldados con cadetes en la enfermería del Colegio Militar. Entre los cadetes recordó a uno de cuarto año de apellido PETERSEN. Según el interrogador, esa charla había sido el «factor desencadenante», dada la afiliación de STEIMBERG al Partido Comunista.
Cuando el torturado fue devuelto al galpón de cuarenta metros de largo por treinta de ancho fue nuevamente encadenado al alambre y pudo correr la venda. Vio el lugar atestado de personas de ambos sexos encadenadas como él a alambres paralelos que iban de lado a lado de la construcción y la cubrían por completo. Los prisioneros yacían sobre colchonetas mugrientas. El testigo habló de los quejidos, los gritos, los ladridos de perros y el ruido de helicópteros y aviones del cercano Batallón de Aviación de Ejército 601, y reconoció a Luis Pablo STEIMBERG en un muchacho de civil, muy lastimado y al que una mujer que oficiaba de enfermera le decía que no tomara agua porque lo habían picaneado.

El soldado, que años después brindó ese testimonio, fue liberado en el despacho de BIGNONE, en el Colegio Militar de la Nación, y fue el propio general-director quien le dijo: «En esta lucha sucia y apátrida usted ha pagado las consecuencias de los culpables». Igual suerte corrieron otros conscriptos «erróneamente» torturados: fueron liberados en el propio despacho del general BIGNONE, quien les pidió disculpas, los hizo afeitar e higienizar, les pagó sandwiches y gaseosas y los licenció hasta la baja.
Mientras tanto, los padres de Luis Pablo se reunían con otros familiares de desaparecidos en la iglesia de Haedo. El templo no hacía diferencias para quienes, como los STEIMBERG, eran judíos y comunistas, pero sí la Fuerza Aérea responsable del Area 160 (Morón). Rodearon la manzana de la iglesia en ocasión de una misa por Luis Pablo, que pese a ello no fue interrumpida.

Año 1984. En el pasillo del tribunal aguardaban dos hombres desde una hora antes. Vieron acercarse a pasos ligeros al individuo canoso y alto, acompañado por el doctor Jaime Lucas LENNON. Los señores Jaime STEIMBERG y Wenceslao GARCIA interceptaron el rumbo del general Reynaldo Benito BIGNONE y de su defensor y ex ministro de Justicia del Proceso.

-¡Usted nos conoce! -bramó Jaime STEIMBERG, y BIGNONE palideció sin atinar a dar respuesta alguna.
-¡Allí se encontrará con la justicia! -STEIMBERG señaló la puerta del despacho del juez Carlos OLIVERI y el ex dictador, obediente, cruzó a través del marco de la puerta de madera oscura que abriera LENNON. Dentro del salón alcanzó a dar tres pasos y se desmayó sobre un sillón de cuero. Afuera aguardaban los padres de dos soldados desaparecidos del Colegio Militar: Luis Pablo STEIMBERG y Luis Daniel GARCIA. Los querellantes habían recorrido un calvario de ocho años desde el secuestro de sus hijos, acusados de desertores por los secuestradores.

Reynaldo Benito BIGNONE salió del despacho del juez OLIVERI incomunicado y con prisión preventiva por «privación ¡legal de la libertad». Cinco meses después la Suprema Corte de Justicia dictaminó que la causa era de jurisdicción y competencia militares. Se hizo cargo entonces el juez militar N’ 21, coronel Alberto MARTINEZ, quien sobreseyó a todos los implicados en los secuestros.

Entre decenas de declaraciones tomadas por el juez Carlos A. OLIVERI desde el 11 de abril de 1977 por la causa «STEIMBERG, Luis Pablo y otro s/privación ilegal de la libertad», la del capellán castrense Norberto Eugenio MARTINA resulta muy ilustrativo.
Así contestó el sacerdote católico, bajo juramento, el interrogatorio del doctor OLIVERI, el 29 de septiembre de 1983:

«Que desde el año 1970 se encuentra destinado por el Vicariato castrense en el Colegio Militar de la Nación, sito en El Palomar, Pcia. de Buenos Aires encontrándose actualmente en dicho lugar. Que su función en el Colegio es la asistencia espiritual de todo el personal, incluso de los agentes civiles, como asimismo por supuesto de los cadetes y soldados. Que dentro de esa asistencia se comprende el servicio religioso, catequesis y charlas grupales de soldados o cadetes, en las cuales se les habla sobre la familia, o por ejemplo de la bandera cuando deben jurarla, o por ejemplo sobre su misión allí en cuanto a que si bien dejaron su familia es importante su misión allí como soldados. A preguntas de S.S. respecto de quién era director del Colegio Militar de la Nación en el año 1976 refiere que era el Gral. Bignone.

«Respecto del 24 de marzo de 1976 recuerda que participó de un servicio religioso en Caseros, donde se encontraban en ese momento los soldados, por el cambio de Gobierno. A preguntas refiere que en dicho lugar no cumplían instrucción, que desconoce qué hacían pero era por el cambio de Gobierno. Que allí precisamente les celebró una misa. A preguntas de S.S. refiere que no tiene conocimiento que dentro del Colegio Militar se hubieran formado grupos de tareas a los efectos de realizar procedimientos antisubversivos. Que los soldados son apoyo para el funcionamiento del Instituto y no se los instruye como unidad de combate. Que no tiene conocimiento de que se los instruyera o adoctrinara como dijera para el combate. A preguntas de S.S. refiere que vive en el Colegio Militar, come y duerme allí, y en oportunidades come con soldados o conscriptos u oficialidad. A preguntas de S.S. refiere que frente al Colegio Militar había un puesto caminero pero hace años fue destruido. Acota que era policía caminera de la provincia de Buenos Aires, pero no había personal del Colegio. Que ignora que en el mismo se hubieran producido detenciones. Que no puede precisar la fecha de demolición del mismo.

«A preguntas de S.S. refiere que tuvo conocimiento de la deserción de conscriptos, pero nunca se habló de ellos como que hubieran desaparecido. A preguntas de S.S. refiere que nunca trató con soldados u oficiales el tema de la desaparición de esos soldados.

«Que desconoce que los soldados fueran adoctrinados en la lucha contra la subversión. Que tiene conocimiento que se diera de baja a cadetes pero ignora los motivos. A preguntas de S.S. refiere que recuerda que ZAMBONI y GASPIO fueron dados de baja pero ignora los motivos.

«Que desconoce la existencia en el Colegio de un grupo llamado “FALANGE DE FE”. Que es la primera vez que escucha ese nombre. A preguntas de S.S. refiere que según tiene conocimiento nunca hubo en el Colegio un colectivo color celeste, que quiere aclarar que había unidades militares que sí pintaban colectivos con colores civiles para evitar ser atacados en la época del 76/77.

«A preguntas de S.S. y exhibidas las fotografías de fs. 415, refiere que recuerda el nombre de Luis Pablo STEIMBERG y también recuerda su cara como perteneciente a la sección electrónica. Que en este acto recuerda también al querellante Jaime STEIMBERG como haber concurrido en alguna oportunidad al Colegio Militar pero desconoce el motivo por el que concurría. Que respecto del soldado GARCIA refiere que recuerda su cara. Que precisamente de ellos se habló que faltaban al Colegio y luego se los declaró desertores. Insiste que nunca sintió de ellos que estuvieran desaparecidos, ni tampoco tuvo dudas de que fueran desertores. A preguntas de S.S. refiere que el deponente tenía instrucción de que cualquier persona que se interesaba por algún desaparecido se lo derivara a monseñor GRASSELLI, y luego éste lo derivaría a monseñor TORTOLO, en ese momento Vicario. Que en este momento monseñor GRASSELLI es secretario del Vicario monseñor MEDINA.

«A preguntas de S.S. refiere que el director del Colegio Militar Gral. BIGNONE tenía charlas con los cadetes o soldados, pero desconoce que se los adoctrinara contra la subversión.

«Que a preguntas de S.S. refiere que en el caso de los desertores si eran capturados eran detenidos en calabozos, y el dicente concurría a verlos para prestarle asistencia espiritual.

«Acota que generalmente las deserciones se producían por problemas económicos o de amores; que no tiene conocimiento que a ningún desertor se lo considerara desaparecido. Es la primera noticia que tiene de la desaparición de GARCIA y STEIMBERG, los consideraba desertores. A preguntas de S.S. refiere que no recuerda el nombre MOLFINO, no lo recuerda y desconoce su deserción por lo tanto. Que nunca recibió comentario alguno, ni lo escuchó, ni de los soldados ni de la oficialidad, de que aquellos jóvenes hubieran sido secuestrados.

«A preguntas de S.S. refiere que en el Colegio Militar no se acepta el comunismo, pero no tiene conocimiento de que se ordenara nada contra un comunista.»

Mientras los soldados STEIMBERG, GARCIA y MOLFINO eran torturados y después asesinados, el capellán MARTINA compartía techo y pan con los verdugos. Como si el capítulo del Sermón de la Montaña del ejemplar de su Evangelio hubiese sido sustituido por Mi lucha.

MARTINA es hoy ordinario castrense, máxima autoridad militar-religiosa, ubicada a años luz del Cristo de su crucifijo.

De STEIMBERG y MOLFINO no se supo más que lo ya narrado. La confesión de un suboficial del Ejército (el sargento IBAÑEZ, a quien ya nos referimos en el caso de Ernesto Mario PARADA) permitió establecer que GARCIA fue arrojado al mar desde una aeronave militar. Los tres integran el escuadrón perdido.

 

 

 

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